Por Caroline Williams.
Bitnavegantes.
¿Crees que eres bueno interpretando
las señales verbales de la gente? Bueno, pues hay muchos más movimientos
y poses, y a veces menos, de lo que a nosotros nos parece.
Cuando Tom Cruise y Katie Holmes anunciaron su divorcio el año
pasado, los periodistas sensacionalistas señalaron que ya lo veían
venir. "¡Bastaba con mirar su lenguaje corporal!" clamaban los
titulares, citando el ceño fruncido de Holmes al brazo dispuesto de
Cruise. "¡Embarazoso!"
Y cuando Barack Obama perdió el primer debate presidencial del
año pasado EE.UU. frente al candidato republicano Mitt Romney, algunos
analistas lo atribuyeron a la "baja energía" de su lenguaje corporal, su
tendente mirada hacia abajo y el fruncir de sus labios, lo que le hizo
parecer como "letárgico y sin preparación."
La cultura popular está llena de tales ideas. Después de todo, es
divertido especular sobre la vida interior de los grandes y de los
famosos. Pero cualquier persona con un temperamento escéptico o lógico
no puede dejar de notar que suena muy fuerte la suposición de que
podemos leer los pensamientos y las emociones de una persona con sólo
ver cómo se mueve su cuerpo.
Con tantos mitos que rodean este asunto, es fácil pensar que
entendemos los mensajes codificados que otros comunican, pero, ¿qué
tiene que decir la ciencia sobre el lenguaje corporal? ¿Hay algo más que
un simple valor de entretenimiento? Si es así, ¿que movimientos y
gestos son veraces y cuáles son pistas falsas? Y sabiendo esto,
¿podríamos cambiar realmente nuestro propio lenguaje corporal para que
otros nos perciben de otra forma?
La investigación de Mehrabian
Un buen lugar para empezar a buscar respuestas es la estadística, a
menudo citada, que dice que el 93 por ciento de nuestra comunicación es
no verbal, dejando tan sólo un 7 por ciento a lo que en realidad estamos
hablando. Esta cifra provino de una investigación a finales de los
1960, realizada por Albert Mehrabian, un psicólogo social de la Universidad de California, Los Angeles.
Él halló que por el tono de voz y la expresión facial se transmite un
mensaje emocional diferente de la sola palabra hablada (por ejemplo,
cuando decimos la palabra "bruto" en un tono positivo y con una
sonrisa), la gente tiende a creer más en las señales no verbales que en
la propia palabra. A partir de estos experimentos, Mehrabian calculó que
tal vez sólo el 7 por ciento del mensaje emocional proviene de las palabras que utilizamos, un 38 por ciento proviene del tono y el otro 55 por ciento de las señales no verbales.
Mehrabian ha pasado gran parte de las últimas cuatro décadas
señalando que nunca se refirió a esta fórmula para que fuese tomada como
una especie de evangelio, y que sólo se aplica a circunstancias muy
concretas, p. ej. cuando alguien está hablando sobre sus gustos y
disgustos. Ahora dice que "a menos que un comunicador esté hablando de
sus sentimientos o actitudes, estas ecuaciones no son aplicables", y que
se avergüenza cada vez que se aplica su teoría a la comunicación en
general.
Así que la más antigua estadística sobre el lenguaje corporal no es
exactamente lo que parece, y que al hombre que se le ocurrió la fórmula
le gustaría pedirle a todos el favor que dejen ya de hacerlo. Después de
todo, si realmente entendiéramos el 93 por ciento de lo que dice la
gente sin tener que recurrir a las palabras, no tendríamos necesidad de
aprender lenguas extranjeras y nadie saldría adelante con una mentira.
La detección de mentiras
Está claro que la gente puede mentir con éxito. Y, en general, aunque
es útil poder mentir de vez en cuando, nos haría mucho bien que otros
no pudieran. De ahí viene gran parte del interés en que el lenguaje
corporal pueda servir para detectar mentiras. La leyenda dice que los
mentirosos nos avisan con detalles físicos, como mirar a la derecha,
inquietud, aprietan sus propias manos o se rascan la nariz. ¿Cuánto de
esto es acumulable?
El primer punto es fácil de despachar. Un estudio publicado el año
pasado, el primero en probar científicamente la afirmación de "los
mentirosos miran bien", no encontró evidencia alguna que lo respalde. Un
equipo dirigido por el psicólogo Richard Wiseman, de la Universidad de
Hertfordshire en Hatfield, Reino Unido, observó los movimientos de los
ojos de los voluntarios contando mentiras en experimentos de
laboratorio.
También estudiaron las imágenes de personas en conferencias de prensa
de la policía sobre personas desaparecidas, donde algunos de los
emotivos informantes eran personas que resultaron estar involucrados en
la misma desaparición. En ninguno de los casos estos mentirosos miran a
la derecha más que en cualquier otra dirección (PLoS One, vol 7, p e40259).
En cuanto al otro punto, un meta-análisis de más de 100 estudios encontró que los únicos
signos corporales descubiertos en los mentirosos de significativa
frecuencia, respecto a los que contaban la verdad, estaban en las
pupilas dilatadas y ciertos tipos de inquietud, juguetear con
objetos y rascarse, pero no frotarse la cara o jugar con su pelo. La
mejor forma de detectar a un mentiroso, decía el estudio, no era vigilar
el lenguaje corporal de una persona, sino escuchar lo que decían. Los
mentirosos tienden a hablar con una voz más aguda, dan pocos detalles de
los acontecimientos en sus relatos, son más negativos y tienden a
repetir palabras.
En general, los investigadores concluyeron que las medidas
subjetivas, o una corazonada, podría ser más eficaz para la detección de
mentiras que cualquier medida científica disponible. El problema de
confiar en el lenguaje corporal es que mientras los mentirosos puede ser
ligeramente más propensos a mostrar algunos comportamientos, las
personas que dicen la verdad también hacen las mismas cosas. De hecho,
las señales que uno piensa que avisan de un mentiroso, como estar
inquieto y evitar el contacto visual, tienden a su vez, a ser signos de
malestar emocional en general, y quien dice la verdad es más probable que los expresen bajo la presión del interrogatorio.
Tal vez por eso, a pesar de tener interés en la detección de
mentirosos, somos, en general, bastante malo en ello. De hecho, el
psicólogo Paul Ekman, ha descubierto que lo que la mayoría de la
gente hace no es mejor que lo que se esperaría por azar. Y la tasa de
éxito de los jueces, la policía, los psiquiatras forenses y agentes del
FBI es tan sólo ligeramente superior.
Así que, es mejor no ir por ahí acusando a la gente de mentirosa en
base a su lenguaje corporal. Y hay muchos otros ejemplos en los que
nuestras ideas preconcebidas de la comunicación no verbal no sean del
todo acertadas o incluso, totalmente engañosas (ver gráfico) .
Cruzar los brazos, por ejemplo. La mayoría de la gente cree que
cuando alguien cruza los brazos está a la defensiva o trata de
defenderse de otro individuo o sus opiniones.
Esto puede ser verdad. "Pero el mismo cruce de brazos puede
significar lo contrario si el torso está muy erecto y echado un poco
hacia atrás, entonces transmite invulnerabilidad", dice David McNeill,
que estudia los gestos en la Universidad de Chicago. Además, los brazos
cruzados podría ser simplemente tener frío, tratar de obtener comodidad
o más simple aún, carecer de bolsillos.
McNeill tampoco está muy convencido de lo que suelen
decir los oradores públicos acerca de la importancia de los gestos de
las manos. A menudo se dice, por ejemplo, que unir los dedos, te hace
parecer autoritario y señal de gran honestidad. Se dice que estos son
ejemplos de gestos metafóricos y que tienen significados que percibe la
gente, pero no pasan de estos concretos significados.
En otras palabras, estas bien conocidas "reglas" del lenguaje
corporal son arbitrarias. Una mano abierta, por ejemplo, podría ser una
metáfora de confianza, pero podría fácilmente señalar que sostiene el
peso de algo. El gesto es ambiguo sin el contexto y las pistas del
lenguaje hablado.
Hasta ahora, nuestro enfoque científico ha proporcionado poco apoyo
para aquellos que dicen hablar con esa fluidez corporal, pero resulta
que hay algunos gestos todo el mundo entiende.
En los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2008, los atletas de todas
las culturas hicieron las mismas posturas cuando ganaron: los brazos en
alto y en V, con el mentón levantado. Lo mismo era cierto para los
atletas ciegos de nacimiento, lo que sugiere que la pose de victoria es innata, no aprendida por la observación. Las posturas de derrota parecían ser universales también, casi todo el mundo se encorva con los hombros caídos cuando pierden.
De hecho, si te pones a buscar signos de la victoria o la derrota, el
cuerpo puede ser el mejor lugar para observarlo que la cara. Hillel Aviezer,
de la Universidad de Princeton y sus colegas, revelaron el año pasado
que las expresiones faciales de los jugadores de tenis profesionales
cuando ganan o pierden un punto importante son tan similares que la
gente se esfuerza por distinguirlos. Sin embargo, el lenguaje corporal
era fácil de leer, aun cuando el rostro se mostraba impertérrito (Science, vol 338, p 1225).
La sexualidad gestual
Otros recientes estudios indican que podemos recoger pistas
importantes acerca de la gente por la manera en que se mueven. Los
hombres juzgan el paso de la mujer y su baile como significativamente más sexy
cuando ella está en la parte más fértil de su ciclo menstrual, lo que
sugiere que el lenguaje corporal de una mujer está enviando un mensaje
de que ella está lista para el apareamiento, lo esté o no, o que haya
hombres a su alrededor que se den cuenta.
Entre tanto, las
mujeres y los hombres heterosexuales califican mejor los bailes de los
hombres fuertes y más altos que los de los hombres más débiles, lo
que podría ser una adaptación de las mujeres para detectar buenas
parejas y de los hombres para evaluar los posibles oponentes.
Sin embargo, utilizar el lenguaje corporal para evaluar la atracción
sexual puede ser arriesgado. Karl Grammer, de la Universidad de Viena en
Austria, han encontrado apoyo a la idea popular de que las señales de
interés de las mujeres en un hombre removiendo su pelo, arreglándose sus
ropas, asintiendo con la cabeza y buscando el contacto visual. No
obstante, también descubrieron que hacen el mismo número de señales
alentadoras tras el primer minuto de conocer a un hombre, tanto si le
gusta como si no.
Este coqueteo es sólo una muestra del interés real si sigue dándose
después de los primeros 4 minutos más o menos. Grammer interpreta esto
como que las mujeres usan el lenguaje corporal para mantener a un hombre
hablando hasta puedan averiguar si vale la pena conocerle.
Interpretaciones diferentes
Aunque existe un acuerdo general acerca de cómo interpretar el
lenguaje corporal, podemos estar equivocados, tal como se ha puesto de
manifiesto en una nueva investigación que está en marcha.
El psicólogo John Thoresen, de la Universidad de Durham, Reino
Unido, filmó a personas caminando y después pasó las imágenes a puntos
de luz para resaltar las extremidades en movimiento, mientras eliminaba
la información distractiva sobre la forma del cuerpo. Descubrió que casi
todo el mundo considera un contoneante paseo como la señal de una
persona aventurera, extrovertida, cálida y de confianza.
A paso lento, suelto y relajado, por otra parte, se asociaba con una
personalidad tranquila, imperturbable. Sin embargo, cuando los
investigadores compararon las personalidades reales de los caminantes
con los supuestos que otras personas hacían sobre ellos, no encontraron
ninguna correlación (Cognition, vol 124, p 2621).
Podría decirse que en realidad no importa lo que tu lenguaje corporal
revele realmente acerca de ti. Lo que importa es lo que otros piensan
que les está diciendo. Así que, ¿puede ser una farsa?
Fingir que lo hacen
Thoresen dice que, sin duda es posible fingir ser un paseante seguro.
"No tengo datos que apoyen esta tesis", dice, "pero yo creo que la
gente puede ser entrenada para cambiar la personalidad que se percibe".
También, hay otros trucos corporales que pueden ayudar en la gestión de
la impresión. Por ejemplo, la
gente que en las entrevistas de trabajo sentados, mantienen el contacto
visual, sonríen y asienten a lo largo de la conversación, es más
probable que le ofrezcan un puesto de trabajo.
Aquellos cuya mirada se desvía o evitan el contacto visual, mantienen
su cabeza quieta y no cambian su expresión tienen más probabilidades de
ser rechazados. Si no es algo natural, conscientemente se adopta una
postura de confianza, una sonrisa, un asentir y un poco de contacto
visual adicional probablemente no le hará daño, a menos que te excedas y
pases un poco de miedo.
Fingiendo tranquilidad y confianza se puedn cambiar la forma en que los demás nos perciben, pero la psicóloga Dana Carney,
de la Universidad de California, Berkeley, cree que puede hacer mucho
más que eso. Ella dice que podemos usar nuestro lenguaje corporal para
cambiarnos a nosotros mismos. Carney y sus colegas, pidieron a unos
voluntarios a sostuvieran una pose de "alta potencia" o "baja potencia"
durante 2 minutos. La primera pose era expansiva, incluyendo el sentarse
con las piernas encima del escritorio y las manos detrás de la cabeza, o
de pie, con las piernas separadas y las manos sobre las caderas,
mientras que la segunda pose invitaba a encorvarse y a ocupar poco
espacio.
Posteriormente, jugaron un juego de azar donde las probabilidades de
ganar eran de 50:50, y los investigadores tomaron muestras de saliva
para comprobar los niveles de testosterona y cortisol (las hormonas de
la "energía" y del estrés, respectivamente) en sus cuerpos. Los que
sostuvieron poses de gran-energía fueron significativamente más
tendentes a jugar que los la pose de baja-energía (86 por ciento frente
al 60 por ciento). No sólo eso, la voluntad de apostar estaba
relacionada con los cambios fisiológicos. Los posantes energéticos
tuvieron un incremento del 20% de la testosterona y una disminución del
25% en cortisol, mientras que los posantes bajo-energéticos mostraron
una disminución del 10% de la testosterona y un aumento del 15% del
cortisol (Psychological Science, vol 21, p 1463).
"Hemos demostrado que realmente se puede cambiar la fisiología", dijo
Carney. "Esto va más allá de la emoción, hay algo más profundo que está
sucediendo aquí". La sensación de poder no es sólo psicológica: el
aumento de la testosterona está asociada con una mayor tolerancia al
dolor, por lo que una pose energética puede realmente hacernos más
poderosos. Y esta no es sólo una forma en que el lenguaje corporal puede
influir en cómo uno se siente.
Carney apunta que los estudios demuestran que se establece un
vínculo directo con las emociones positivas, mientras que los hombros
encorvados conduce a sentirse decaído o negativo. También hay muchas
pruebas de que fingir una sonrisa te puede hacer sentir más contento, en
tanto que el ceño fruncido tendrá el efecto contrario. De hecho,
existen evidencias de que las personas que tienen las inyecciones de Botox que les impiden tener el ceño fruncido están en general más contentas.
Concluyendo...
A pesar de estos interesantes resultados, si la ciencia nos ha
enseñado algo, es que siempre debemos cuestionar nuestras ideas
preconcebidas sobre el lenguaje corporal. Incluso cuando la gente de
diversas culturas están de acuerdo sobre el significado de un
determinado movimiento o gesto, podemos estar al final equivocarnos.
A medida que se van acumulando evidencias, podría llegar un momento
en el que podremos adaptar nuestro lenguaje corporal para manipular con
destreza los mensajes que nos enviamos a nosotros mismos. Por ahora, al
menos, nuestras concepciones populares pueden ser modificadas con un
poco de conocimiento basado en la evidencia.
Artículo original: "Strong language lost in translation you talkin' to me"
Referencia: NewScientist.com .
por Caroline Williams, 8 de abril 2013
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