jueves, 30 de agosto de 2012

Gestos ilustradores y gestos de tensión vía @tbarocatafau


Si las manos hablan ¿deberíamos tener más control sobre ellas?
En el programa de hoy, en Para todos la 2, hablamos de dos tipos de gestos: los ilustradores y los adaptadores. Los primeros nos ayudan a comunicarnos más eficazmente, los segundos delatan nuestra tensión, inseguridad o nerviosismo. Encontrarás algunos consejos sobre cómo gesticular en una intervención pública.



Emociones y lenguaje no verbal (Podcast)

¿Qué son las emociones? ¿Cómo se manifiestan? ¿Cúal es su utilidad? ¿Cómo se expresan en nuestro lengu aje no verbal? En este audio trataremos de la relación entre emociones y lenguaje no verbal.

martes, 28 de agosto de 2012

Gestología (Ebook)

Mentiras Verdaderas: La Comunicación No Verbal y la Detección del Comportamiento Falaz

Nuestro cuerpo habla sin que lo sepamos concientemente. El cuerpo dice más que nuestras propias palabras. Pero para comprenderlo hay que saber leer los gestos como hacen los expertos en comunicación no verbal. El Dr Rulicki nos demuestra en esta presentación casos de resonancia política, varios de estos conceptos en interpretar la verdadera comunicación, el comportamiento falaz y la comunicación plena. ¿Le gustaría saber lo que piensan, sienten los demás? Aunque no generemos lenguaje por nuestra voz, nuestro cuerpo habla todo el tiempo. Y lo que dice sobre nosotros es resonante.

lunes, 27 de agosto de 2012

Microexpresiones, en 3 minutos


Cuando el cuerpo te delata vía @Reporte_Indigo

Fuente original:
http://www.reporteindigo.com/el-wiken/el-uno-dos-tres-de/cuando-el-cuerpo-te-delata


Aprende a leer las mentiras. Las expresiones del cuerpo, sobre todo en el rostro, permiten identificar cuando alguien no dice la verdad
 
Hace unos días me llegaron con el chisme de que “alguien” en el trabajo ha dicho cosas negativas de mi despeño laboral. Estoy por entrar a una junta y sé que el susodicho hablador estará ahí.
El momento llega, el tema clave se toca: mi desempeño laboral. Tomo la palabra mientras observo de reojo el lenguaje corporal de un posible “sospechoso”. La reacción no se hace esperar; las emociones son energía en movimiento y esa energía está buscando una salida por el cuerpo del susodicho. Un gesto de culpa seguido de una micro-expresión de miedo; puedo saber que el tema le es incómodo a uno de ellos.
Analizar la comunicación no verbal (CNV) no se trata de leer la mente, sino de interpretar emociones, sentimientos o estados de ánimo y relacionarlos con información previa y en un contexto. 
Según Paul Ekman, especialista en el tema, las tres emociones más frecuentes que experimentan las personas cuando mienten u ocultan una verdad son el miedo, la culpa y el deleite.
Cedo la palabra, y cuando esta persona se dirige a mí identifico dos indicios de engaño: su lenguaje corporal es antinatural, casi mecánico, y después de darme un breve comentario sobre el punto de mi desempeño busca cambiar el tema de la conversación.
¿Adivina quién?
Puedes detectar una mentira haciendo el mismo proceso que cuando juegas una partida de mesa del clásico ¿Adivina Quién?, si intentas adivinar sin conocimientos y sin contextos seguramente te vas a equivocar. Si por el contrario jerarquizas bien tus preguntas y reúnes la información necesaria, en tres o cuatro turnos podrás deducir con gran precisión la incógnita.
En este caso supe la verdad, mi compañero Raúl fue el que habló mal de mi trabajo y lo deduje con base en su comunicación no verbal, en mi intuición, en el contexto y la historia de la relación con esta persona. 
Si bien el estudio de la comunicación no verbal retoma teorías de Charles Darwin o Sigmund Freud, esta ciencia es relativamente joven. La razón principal de este tardío interés es que las palabras se llevaban el protagonismo, algo que tiene lógica si consideramos que la capacidad del lenguaje verbal en el ser humano es única en las especies que habitan la tierra. Sin embargo, en los últimos años el interés por el lenguaje corporal, y su relación con la detección del engaño ha ganado popularidad, prestigio y reconocimiento en diferentes actividades que van desde la investigación policiaca hasta el poder indagar un ‘bluff’ en el póker.
Microexpresiones secundarias que ayudan a identificar mentiras:
— Preocupación: Dibujamos un emblema de ruego y lo llevamos hasta nuestro rostro, justo debajo de la nariz y enfrente de la boca. Se está evaluando un problema grave. Es como si quisiéramos bloquear nuestras palabras para no decir nada contraproducente
— Autocensura: Situamos la palma de la mano justo por delante de la boca, como si quisiéramos bloquear nuestras palabras. 
Incomodidad: Pareciera que la ropa que traemos nos molesta. Estiramos, por ejemplo, las mangas o movemos nuestra ropa como si nos estorbara. Es un signo de que nuestro interlocutor no está tranquilo. Es un gesto inconsciente.
— Duda o contradicción: Nos rascamos el cuello justo por detrás de la oreja. Este gesto se da cuando estamos evaluando un respuesta o enfrentamos una situación que nos cuesta trabajo resolver internamente.
— Sonrisa falsa: Su fin es camuflar, convencer al otro de que se siente una impresión positiva. Contradice la emoción interior y se caracteriza por la ausencia de arrugas en las comisuras de los ojos (patas de gallo). 
Detecta a los mentirosos
Detectar mentiras no sólo es cuestión de ver las expresiones de la cara, también se necesita un contexto y una plataforma, acá 10 recomendaciones para acertar en las detección de falsedades.
1. Busca una conversación cara a cara. Mentir por teléfono, correo o mensaje es mucho más sencillo. 
2. No interrogues directamente a la persona. En un individuo que dice la verdad o que miente se pueden presentar las mismas emociones pero por diferentes razones, si confrontas directamente a la persona terminarás por predisponer una emoción o una actitud.
3. Busca deslizar sutilmente el tema en cuestión. Suelta el tema de forma casual en una conversación.
4. Presta atención a sus actitudes ante el cuestionamiento. El interlocutor puede minimizar o devaluar la gravedad de lo sucedido. Puede racionalizar o querer controlar la situación y hasta puede atacar de forma personal al interrogador, todo con tal de esconder su mentira.
5. Presta atención a las emociones que aparecen. Las principales ya mencionadas: miedo, culpa o deleite.
6. No te precipites, sigue indagando. Se deben buscar explicaciones alternativas porque el individuo se siente de tal o cual forma antes de poder concluir que se ha encontrado evidencia de una mentira.
7. Observa el proceso cognitivo en el sospechoso.  Busca contradicciones en la historia, vacilaciones, fluctuaciones en la voz o cambios en el comportamiento que se hayan producido a raíz del tema crítico.
8. Para hacer eficiente el ejercicio de interpretación no olvides la siguiente fórmula: 
Información previa+Contexto+Comunicación verbal+Comunicación no verbal
9. ¿Has reunido la información suficiente?, puedes animarte a hacer preguntas más  directas. 
-Tengo la impresión de que hay algo que no me quieres decir ¿Estoy en lo cierto? 
-Estas un poco rar@, ¿Hay algo que me quieras contar?
-¿Me estás ocultando algo? 
Quizá al sentirse acorralado el sospechoso decida reconocer la mentira.
10. ¿Aún nada?, decide qué hacer. No todos los engaños pueden ser descubiertos y hay que saber cuándo retirarse.
Sabes que te mienten cuando…
Identifica estas tres expresiones en la cara de tu interlocutor y sabrás si te miente o no.
Miedo:
Es la más común de las expresiones en quienes mienten.
Los ojos se preparan para identificar cualquier amenaza, es por eso que ambos ojos se hacen grandes extendiéndose hacia arriba. 
Las cejas van hacia arriba y se unen en el entrecejo. 
Los párpados superiores también suben. 
Los párpados inferiores se tensan. Los labios, como en la ira, dibujan una línea horizontal pero en esta microexpresión, la boca va ligeramente abierta.
Culpa: 
Cuando las mentiras son “autorizadas” la culpa no aparece; como las de los policías encubiertos o el niño que le piden decir que “su mamá no está en casa”. Cuando las mentiras son “no autorizadas”, sucede lo contrario; cuando sentimos que estamos siendo injustos con alguien o nos arrepentimos de algo.
Inclinamos la cabeza hacia abajo y llevamos la mano desde la frente hacia la nuca (como si nos peináramos). Es común encontrar este gesto en personas con altos niveles de estrés o cansancio.
Deleite: 
Esta emoción es común en los juegos de azar o en negociones;  “me da gusto que me hayan comprado un bluff”. 
Se aprietan los labios y se estiran sus comisuras, salen patas de gallo. 
Cualquier mentiroso buscará enmascarar sus emociones, la eficiencia para hacerlo dependerá de qué tan bueno o malo es para mentir, por eso para ser un buen detector de mentiras se debe entrenar al ojo para captar pequeñas y rápidas filtraciones de energía en movimiento (microexpresiones). 
Mentiras que aligeran la vida social...
— ¡No te ves gorda!
— ¡Te ves bien!
— ¡Me gusto mucho el regalo, gracias!
— ¡Estoy enfermo! no te podré acompañar.
—  Gracias por venir, nosotros te llamamos.
— ¡Tengo novio!
— ¡Estoy saliendo de una relación muy complicada!
—  No eres tú, soy yo.
—  Se me poncho una llanta.
—  Había mucho tráfico.
—  Fue una excelente decisión jefe.
Más sobre las mentiras
Lie to me
“El Dr. Cal Lightman (Tim Roth) es el especialista en detección de mentiras más importante del mundo. Analizando las expresiones faciales y el lenguaje corporal involuntario de las personas puede leer sus sentimientos.
The Mentalist
Patrick Jane es un hombre que trabaja como médium televisivo hasta que sufre un duro golpe cuando su mujer e hija son asesinadas. A partir de entonces, Patrick decide usar sus habilidades para trabajar como detective en el Departamento de Investigación de Crímenes de California.
Libros
— “Cómo detectar mentiras: Una guía para utilizar en el trabajo la política y la pareja”, de Ekman, Paul, editorial Paidós.
— “¿Por qué mentimos? Las raíces del engaño y el inconsciente”, de David Livingstone, editorial Océano.
— “La psicología de la mentira”, de José María Martínez Selva, editorial Paidós.
 




miércoles, 22 de agosto de 2012

Aprender a detectar las mentiras, artículo de Luis Muiño

Fuente original del artículo:
http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20120809/54335262338/aprender-a-detectar-las-mentiras.html


A principios del siglo XVII, la joven y pendenciera monja Catalina de Erauso escapa, disfrazada de campesino, del convento donde ha sido enclaustrada por sus padres. Durante los siguientes años no abandona su disfraz masculino. Se alista como soldado, lucha en la Guerra de Arauco contra los mapuches y es ascendida a alférez. El engaño no es descubierto hasta que es detenida y ella misma confiesa para no ser ajusticiada. Años después, publica sus memorias y hace famoso el apodo de la Monja Alférez. Catalina de Erauso es sólo uno de los muchos ejemplos históricos de grandes embaucadores. Por las mismas fechas, sin ir más lejos, el monje Grigori Otrépiev consiguió llegar a ser zar de Rusia (hoy se le conoce como Dimitri I el Falso) alegando ser el hijo menor de Iván el Terrible superviviente de un intento de asesinato. Y un par de décadas después del fallecimiento de Catalina, nacía George Psalmanazar, supuesto nombre del fascinante sujeto que asombró y estafó a la alta sociedad londinense con las descripciones de su supuesto lugar de nacimiento. El estrambótico Psalmanazar contaba que en su país (la actual Taiwán) se chupaba la sangre de una serpiente venenosa cada mañana para conservar la juventud y vivir los ciento veinte años habituales; se sacrificaban miles de jóvenes cada día en crueles ceremonias y se hablaba formosiano, una lengua que este impostor inventó para poder vender traducciones de la Biblia y dar clases en la universidad. Sus fábulas le convirtieron en un caballero respetado y millonario a pesar de que cometió el pequeño error de situar, en el título de su libro, la isla de Formosa (el actual Taiwán) en Japón.

La mentira ha sido siempre parte esencial de los manejos humanos y por eso aceptamos, sin escándalo, que fuera fácil engañar a los demás en otras épocas. Hasta fechas recientes, los datos eran prácticamente imposibles de comprobar, las afirmaciones no se hacían delante de las cámaras –por lo que no se podía hacer análisis del contenido o la forma de expresarlas– y las ciencias que analizan el embuste no estaban desarrolladas. Era relativamente fácil el éxito de mentirosos legendarios como el barón de Münchhausen.

Hoy en día, sin embargo, disponemos de muchos más medios de detección del fraude. Y confiamos en que los avances científicos nos lleven a ser capaces de distinguir cuándo nos dicen la verdad. Los medios de comunicación se han llenado de artículos con titulares del tipo de “Cómo saber cuándo nos mienten nuestros hijos” o “Decir la verdad en pareja es la mejor estrategia de comunicación”. Y la serie de televisión Lie to me, centrada en un equipo de investigadores que tiene la habilidad de leer y decodificar la comunicación no verbal de las personas, ha vuelto a poner de moda la idea de que existen métodos seguros para saber si los demás nos están intentando engañar.

Paul Ekman es uno de los científicos que se sitúan en ese polo optimista acerca de la moderna detección de la mentira. Este profesor jubilado de la Universidad de California, hijo de una mujer que padecía trastorno bipolar y que se suicidó durante la infancia del psicólogo, se convirtió en su madurez en un hombre famoso a raíz de sus publicaciones acerca del tema. Ekman afirma que podemos pillar a los mentirosos a partir de la comunicación no verbal, la que no depende de las palabras. Su hipótesis es que la ciencia puede llegar a descubrir las falsedades no por lo que las personas dicen, sino por cómo lo dicen: nuestros movimientos corporales, nuestros gestos y las inflexiones de voz traicionan nuestros embustes.

Un ejemplo: la falsa sonrisa, según él, se distingue porque no alzamos las mejillas ni acompañamos la expresión con los músculos de los párpados. Y aunque consigamos fingir bien y ser convincentes, se nos escaparán microgestos. Taparnos la boca (simbolizando que no somos nosotros los que hablamos); agitarnos mucho más en nuestros asientos de lo habitual; emitir una excesiva cantidad de gestos de indiferencia (como quitándole importancia a lo que estamos diciendo); contactar con nosotros mismos (el “toque nasal” con el que nos frotamos o apretamos la nariz, el “auto-abrazo” en el que el cuerpo se repliega sobre sí mismo o el “dibujo de labios” pasando el dedo alrededor de ellos) o excedernos (la excesiva cara de alegría que ponemos cuando vemos a alguien que no nos apetece saludar) son ejemplos de este tipo de comunicación no verbal fugaz que, según esta tesis, nos delata.

Basándose en teorías como las de Ekman, muchos científicos desarrollan en la actualidad métodos para analizar las mentiras ajenas. Stephen Porter, del laboratorio de Psicología Forense de la Universidad de Dalhousie, realizó por ejemplo un experimento en el que pidió a varios voluntarios que expresaran alegría ante una serie de imágenes, algunas de ellas perturbadoras. En el artículo en el que publicó los resultados (Identifying concealed and falsified emotions in universal facial expressions) afirmó que la cara delataba a las personas cuando expresaban un falso sentimiento. Señales sutiles como un parpadeo de ojos, un microgesto de asco o una frente sudorosa permitían distinguir, según él, cuando la persona estaba mintiendo.

La comunicación no verbal no es el único criterio que se analiza en este tipo de técnicas: el contenido del discurso sirve también, supuestamente, para detectar fraudes. En las últimas décadas, por ejemplo, se está perfeccionando un método conocido como CBCA, análisis de contenido basado en criterios. En principio, este método era usado para evaluar la credibilidad del testimonio infantil. Pero últimamente se ha extendido su uso para adultos. La hipótesis subyacente es que los seres humanos nos comunicamos de forma diferente cuando narramos algo que hemos visto o algo que nunca hemos presenciado y estamos inventando maliciosamente. En un caso estamos recordando, en otro fabulando: la verdad ya existe, sólo la falsedad tiene que inventarse. Y eso puede apreciarse en la forma de trasmitir el hecho.

Para dilucidar si un testimonio es verídico, el CBCA analiza 19 factores del contenido del discurso. Un ejemplo: cuando una persona miente, es más raro que añada detalles superfluos a lo que está contando. Alguien que inventa no se suele detener a describir cómo era la silla o cuánta gente había en el local, porque supone demasiado gasto de energía mental para una persona que tiene que crear lo que está contando. La misma idea está detrás de los otros factores: las personas que mienten no suelen hacer correcciones espontáneas de su propio testimonio, no suelen aludir a lo que sintieron mientras ocurrían los hechos, no suelen admitir que a veces no se acuerdan de algún detalle...

Cada vez hay más hipótesis e investigaciones sobre las falsas narraciones. Y, sin embargo, no parece muy claro que la detección de la mentira haya avanzado mucho en las últimas décadas. Por una parte, la vida pública sigue llena de mentirosos a los que no se desenmascara hasta que cometen errores garrafales (como George Psalmanazar) o deciden confesar (como la Monja Alférez). En las últimas décadas, los políticos han seguido engañando al sostener la existencia de armas de destrucción masiva o asegurando no haber tenido relaciones sexuales con su empleada semanas después de disfrutar de una felación. Algunos maridos desconsolados han aparecido en televisión, asimismo, haciendo lacrimógenos llamamientos para encontrar pistas de sus mujeres desaparecidas después de asesinarlas. Y los tramposos siguen inventando y suplantando: desde el periodista italiano que fabrica entrevistas y publica en las redes sociales falsos fallecimientos de personajes famosos hasta la mujer que usó su supuestamente dramática historia (que incluía novio muerto en el 11-S con el que estaba a punto de casarse) para hacerse con la presidencia de la Red de Supervivientes del World Trade Center sin haber estado ni siquiera en Estados Unidos en esas fechas… ni tener, por supuesto, ningún novio en las Torres Gemelas.

Por otra parte, en la vida privada da la impresión de que tampoco ha mejorado nuestra capacidad de detección del fraude. Jaume Massip, profesor de la facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca, escribió en el 2005 un artículo que titulaba: “¿Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo?”, en el que aseguraba que no hay evidencias de que tengamos capacidad para detectar al que miente. Sus análisis arrojan como resultado que la precisión humana para juzgar correctamente una declaración está en torno al 55%. Es decir: de cada cien afirmaciones de otras personas, acertamos 55 y fallamos 45. Viene a ser más o menos como si juzgáramos al azar.

Y es que los demás nos siguen engañando sin problemas porque sigue siendo difícil saber qué es mentir y continuamos teniendo muchas razones para cortocircuitar nuestros sensores de la honestidad. A pesar de los supuestos avances en la investigación, no está claro que sea posible saber siempre la verdad y, en realidad, tampoco es seguro que prefiramos que los que nos rodean no nos mientan nunca.

Respecto a lo primero, la detección fiable de la mentira es incompatible con la complejidad de los sentimientos humanos. Las técnicas más científicas se basan en un postulado: engañar crea unas emociones determinadas y decir la verdad, otras. La consecuencia sería, por ejemplo, que fabricar embustes nos crearía ansiedad y contar las cosas tal como sucedieron nos relajaría. Si fuera así, las técnicas serían cada vez más rigurosas, porque detectar el nerviosismo (y su consiguiente hiperactivación del sistema nervioso autónomo) es relativamente sencillo.

Pero la sentimentalidad humana es más compleja. Nos podemos sentir desasosegados contando la verdad y tranquilos mintiendo. Un ejemplo cotidiano: hay personas que parecen engañar a sus parejas cuando cuentan el tiempo de más que se han pasado en su oficina porque se sienten culpables por su falta de organización o por la poca asertividad demostrada para salir a la hora. Y, sin embargo, esos mismos individuos pueden inventar ficciones cómodamente para cubrirse las espaldas mientras están con un amante, porque en su fuero interno no creen estar engañando a su pareja.

Esta complejidad de sentimientos como la culpa o la vergüenza es, por ejemplo, la causa del fracaso del polígrafo, una herramienta que utiliza variables como el ritmo cardiaco y respiratorio o la presión arterial para detectar la supuesta ansiedad de los mentirosos. El problema de esta técnica es que un asesino de carácter psicopático y tranquilo, que no se sienta culpable por lo que ha hecho y que haya dormido bien el día anterior, tiene bastantes posibilidades de no ser detectado. Y, sin embargo, la pareja de la víctima, si se siente responsable de la muerte por no haberla protegido, lleva días sin descansar y establece una tensa relación con el investigador, es fácil que aparente ser culpable a la luz de los datos. De hecho, el psicólogo de la Universidad de Minnesota David Lykken afirma que, cuando se realizan pruebas en condiciones verdaderamente científicas, se llega a la conclusión de que alguien que dice la verdad tiene un 53% de posibilidades de quedar como un mentiroso ante el polígrafo, la máquina de la verdad.

La otra razón que dificulta la detección de la mentira es nuestra propia capacidad de autoengaño. Es lo que la psicóloga Maureen O’Sullivan, de la Universidad de San Francisco, llama “necesidad de creer a los que queremos”.

Por una parte, vivir en la continua sospecha sería muy tenso. En los experimentos que analiza el artículo de Massip, se evidencia que somos más eficaces a la hora de detectar la honestidad. Tendemos a dar por hecho que la otra persona no miente y por eso, cuando alguien nos dice la verdad, acertamos en un 60% de los casos. El problema lo tenemos cuando nos intentan colar gato por liebre: sólo nos percatamos en la mitad de los casos. Y está bien que sea así: nuestra forma de amar, admirar y seguir a determinadas personas incluye aceptar que nos engañen. Como afirmaba el escritor italiano Cesare Pavese, “el arte de vivir consiste en el arte de aprender a creer en las mentiras”. La necesidad de este mecanismo es muy clara si nos planteamos la “utopía de la verdad”: ¿Le gustaría saber en todo momento lo que de verdad piensan los demás de usted? ¿Cree que alguien resistiría estar a su lado si usted supiera siempre todo acerca de esa persona?

Para evitar esto, la mentira seguirá, probablemente, estando a salvo. Y, de hecho, los datos muestran una y otra vez que todos mentimos y que todos necesitamos creer que tenemos trucos para que los demás no nos engañen. Aunque la ficción invente personajes que saben siempre la verdad y aunque todos creamos tener trucos para detectar el embuste de los que tenemos cerca (esa mirada huidiza de nuestra pareja, ese gesto desplazado de nuestro hijo o esa rara conducta de evitación de nuestro jefe), las señales infalibles siguen sin encontrarse.

Nietzsche afirmó: “Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que de ahora en adelante ya no podré creer en ti”. Quizás el objetivo final de los que desarrollan instrumentos para la detección de la mentira no sea tanto llegar a tener alarmas contra impostores, sino algo mucho más importante: ayudarnos a seguir creyendo que podemos confiar en los demás porque sabemos detectar sus embustes. 





martes, 21 de agosto de 2012

¿Existe la mentira perfecta?. Rafael López, experto en lenguaje no verbal

Microgestos y microexpresiones vía @rlopezperez

Macrogestos vía @rlopezperez

Morfología del cuerpo, psicomorfología facial y fisognomía vía @rlopezperez

Politicos. Delatados por sus gestos

Además de las palabras, los líderes políticos de todo el mundo usan el lenguaje corporal y otras formas de comunicación no verbal. Son muy conscientes que una sonrisa bonita o una actitud confiada y relajada pueden tener más valor que cientos de discursos. Sus palabras juegan sólo una pequeña parte en el proceso de persuasión. De acuerdo con los expertos, la comunicación no verbal suma el 90 % de la efectividad de un discurso. Miradas, gestos, expresiones y tonos de voz pueden marcar la diferencia, son pequeñas señales que muestran más de su personalidad y provocan reacciones de aprobación o rechazo.

Los secretos del lenguaje corporal.

Lie to Me, la serie que revolucionó el interés por el estudio de las microexpresiones.

En 2009 se estrenó la que para mi fue una de las mejores series que he visto en mi vida, Lie to Me, protagonizada por el actor Tim Roth, que daba vida al singular Dr Cal Lightman. En ese año superaba una ruptura amorosa, pensaba y me cuestionaba el por qué no pude darme cuenta de los indicadores en esa persona que la llevaría a terminar la relación conmigo. 

Lie to Me está basada en los estudios científicos de Paul Ekman, pionero en el estudio de las microexpresiones y estudioso de la detección de mentiras. La serie crea una amplia expectativa en los televidentes, sin embargo con el paso del tiempo perdió total interés sobre la misma, la causa:  esperaban una serie similar a las aclamadas 24, La ley y el orden, etc. Lie to me era totalmente distinta, no era una serie de acción pero estaba totalmente basada en lo que Ekman había investigado a lo largo de varios años y cada una de sus teorías fue representada a lo largo de sus capítulos. 

Lie to Me, sólo tuvo tres temporadas y un "final" abrupto, decisión que tomaron los ejecutivos del canal FOX, pues el rating era bajo, eso fue lamentable, pues la serie prometía mucho, en cada capitulo se aprendía algo nuevo sobre el estudio de las microexpresiones y del lenguaje no verbal de los humanos, después del final de la serie comenzaron a salir muchas personas que interesadas en el Lenguaje No Verbal, abrieron sus blogs (como este) y comenzaron a publicar artículos, entrevistas a especialistas, teorías al respecto, incluso muchas de ellas empezaron a dar cursos y talleres sobre LNV, PNL, detección de mentiras. Todos estos cursos fueron un éxito, ahora veo a más personas interesadas en estudiar, conocer y aplicar estas teorias.

Sí no la vieron, no duden en ver algunos de sus capítulos y observar como la aplicación de diversas teorías para saber si un asesino miente o si un profesor ocultó una mentira por varios años, etc. Somos humanos, todos hemos mentido alguna vez en nuestra vida, pero no cualquiera puede darse cuenta en qué momento  nos están mintiendo. 

La verdad duele. 

lunes, 20 de agosto de 2012

La batalla no verbal (Parte 2)

En la primera parte de esta crónica redacto el cómo los políticos se ayudan del lenguaje no verbal para poder solucionar diversas problemáticas a su favor, siempre a favor de los gobiernos.  Pero no sólo es cuestión de ellos, para analizar a las personas se requiere de una total concentración, escuchar y observar a la persona que se está estudiando con un total rigor, saber en qué momento está siendo sincera y tener un punto de equilibrio cuando alguien está diciendo una verdad para poder deducir en qué momento está mintiendo. 

Esto aplica también para saber en qué momento una persona a través de sus micro expresiones muestra ira, enojo, felicidad, disgusto, asco, sorpresa, miedo, etc.  En esos años en que yo cubría mesas de diálogo pude percatarme que a lo largo de una mesa estaban sentados de un lado la parte de las autoridades gubernamentales y del otro lado de la mesa estaban sentados los integrantes del movimiento social, ambas partes serias, de un lado con caras largas y del otro mostrando enojo y coraje. 

Pero también atrás  y a los costados de donde estaban sentados las autoridades estaban algunas personas que en su momento creí que eran simple observadores, pero no fue así, en poco tiempo me di cuenta de la verdadera función que estaban desempeñando en ese lugar, en ese momento. Se trababan de elementos del CISEN (La agencia de espionaje del gobierno mexicano) que sentados atrás de las autoridades, se dedicaban a observar a la contraparte, siempre a observar, hacían anotaciones y en cierto momento anotaban algo en un papel que hacían llegar a la autoridad mayor, esta la leía disimuladamente y poco tiempo después esta misma persona que había leído aquel papel ofrecía una oferta a la contra parte o proponía algo que alargara estás reuniones o finalizaba dicho conflicto. 

No es complicado deducir que esos papeles entregados a las autoridades decían qué hacer, qué decir, qué ofrecer, advertir que cierta persona de la contra parte estaba por explotar o mostraba miedo ante tal cosa, etc. Todas esas anotaciones hacían a las autoridades dictar un camino a seguir, la función de los elementos del CISEN era indispensable para ellos, pues se encargaban de desnudar a la contra parte, ver sus puntos débiles y aprovechar todo lo que ellos mostraban por medio del lenguaje no verbal para sacar ventaja a favor del gobierno. 

En todas las reuniones estos elementos de la agencia de espionaje, siempre estuvieron presentes, ellos nunca hablaron, no tenían porqué hacerlo, tan sólo eran observadores de la contra parte, hacían su trabajo, en el fondo eran ellos quienes definían la solución, eran ellos quienes verdaderamente definían todo.

Aun siguen pensando que no vale la pena estudiar y comprender el lenguaje no verbal de los humanos??  

La batalla no verbal (Parte 1)

En 2003 tuve la oportunidad de cubrir diversas mesas de diálogo entre autoridades gubernamentales e integrantes de movimientos sociales, eran reuniones por más largas, tensas, en donde se tenían que llegar a acuerdos, dichas reuniones eran periódicas, era una constante batalla de posiciones. Se solía salir en la madrugada y emprender el camino a casa, así fue por muchos meses. 

En dichas reuniones estaba cierto político muy reconocido en el Estado de México, un viejo dinosaurio que sabía muy bien cómo destrabar los conflictos, no sin antes llevar hasta el límite las reuniones, agotando esfuerzos del bando contrario, sacando sus mejores fichas en el momento indicado, esperando que la otra parte ceda en algo y poderlo lograr en beneficio de su "desempeño político"

Un día al final de una reunión, terminó cediendo un poco y me pidió de favor que apagara la cámara de vídeo después de apagarla mencionó a todos los presentes que en todos sus años como persona pública, líder sindical y político del PRI algo había tenido que aprender, comentó de sus años de obrero, representó a sus compañeros y fue nombrado líder de ellos, asistía a reuniones de gobierno buscando mejoras para el gremio, pero a cambio de que la base obrera cediera a favor del patrón, después se volvió un político, dentro de su partido pudo especializarse en observar a las personas, ver sus gestos, analizarlas, estudiarlas y saber lo que su lenguaje no verbal decía en ciertos momentos, más allá de las palabras y discursos. 

Les dijo a todos los presentes que los había estado observando en todas las reuniones que conocía quién tomaba las decisiones, quién estaba en contra o quien se molestaba ante eso. Asombrados por su confesión continuo explicando que todo eso lo aprendió para saber destrabar conflictos en donde siempre el gobierno siempre salía ganando, mientras que la parte opositora no le quedaba otra que ceder ante la oferta mostrada,     ya todo estaba decidido y así se solucionaba la problemática. 

Ese día aprendí que ellos, los políticos y gobernantes conocen muy bien todo este lenguaje, la otra parte no y dudo mucho que le pueda interesar, pero gracias al Lenguaje No Verbal pueden ganar la batalla. Ese día me quedó muy claro. 

miércoles, 15 de agosto de 2012

La verdad está escrita en nuestros rostros.

Todos en nuestra vida hemos mentido, algunas personas más que otros, pero todos en absoluto hemos mentido por múltiples razones, la cuestión es que muchos se vuelven profesionales de la mentira y la mayoría nos volvemos unos ignorantes del comportamiento humano y del lenguaje no verbal. 

Quiero iniciar este blog narrando mi propia experiencia sobre mi profundo interés en el estudio del lenguaje no verbal y las microexpresiones del rostro humano, este interés surge como una necesidad de saber cuando una persona está mintiendo o ocultando algo. 

Ocurrió un "secuestro expres" hace aproximadamente diez años (hasta en los medios de comunicación salió la noticia) se trataba de una persona que admiraba mucho ( Pongámosle el nombre de Miguel ) y que poco después de aquel suceso tuve la oportunidad de verlo, saludarlo y entre la charla que me platicará a mi madre y a mi lo que había pasado ese día, esta persona comenzó a narrar lo acontecido, después de cinco minutos, mi madre abandona la platica, pero yo sigo muy atento y preguntando por los detalles cada vez más, esta persona sólo se limitó a responder lo necesario.

Después de aquella charla le mostré mi extrañamiento a mi madre sobre el abandono de la charla, a lo que ella me dijo "No es cierto lo que está contando, está mintiendo" Yo asombrado por lo que me había comentado le dije que no fue así. Poco tiempo después me enteré realmente que nunca hubo tal "secuestro expres" y que muy pocas personas en el momento de su "reaparición" supieron la verdad y se tuvo que mentirle a toda una masa de gente, a los medios y al propio gobierno. 

Me pasé mucho tiempo con muchas dudas en mi cabeza, preguntándome el por qué mi madre si supo darse cuenta que lo que nos contó Miguel aquella noche era todo mentira y yo creí todo, absolutamente todo. Me sentí muy mal porqué mi credibilidad hacia persona con el tiempo se fue al bote de basura y mi incredulidad ante lo que ocurría con las personas que me rodeaba aumentó. 

Después fueron pasando otras experiencias personales que forjaron una necesidad de estudiar y conocer sobre las microexpresiones y el lenguaje no verbal. Esto no se trata de un curso, ni de un pasatiempo, tampoco es sencillo y puede llevar décadas y aún así jamás entenderlo en su totalidad pero si ayuda a saber y tener claro cuando una persona está mintiendo, lo que nunca podremos saber es porqué lo está haciendo. 


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